Lamentablemente en el sur de España estamos sufriendo últimamente una serie de movimientos sísmicos que nos ponen los pelos de punta. El 25 de enero tuvo lugar en Melilla y Málaga un seísmo de magnitud 6,3, y dos días después el temblor de tierra fue de magnitud 4,7.
Así nos lo contó la sexta noticias.
Todo este escenario nos ha dado qué pensar, al igual que en caso de graves inundaciones, qué pasa si después de producirse terremotos de esta o mayor envergadura necesitamos abastecernos de agua.
No es aconsejable consumir agua del grifo, fuentes o lugares donde corría libremente agua potable, la razón es muy sencilla. La tuberías, desagües y conductos destinados al transporte de aguas limpias y aguas grises o negras, han podido verse afectados por el terremoto y haber sufrido daños que hayan permitido la contaminación de las aguas limpias, por lo tanto en estas circunstancias no podemos asegurar que el agua que de manera cotidiana entendemos como potable, esté en condiciones de ser bebida.
La única solución es beber agua que haya estado resguardada del peligro y que podamos valorar en unos pocos segundos si ha llegado a estar contaminada, el agua embotellada.
Esperamos que no sea necesario llegar a esta situación, pero si se da el caso confimos que nuestros consejos sean de utilidad.
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